Especial Bicentenario
El Mercurio. Chile

40 obras que dan cuenta del desarrollo de la dramaturgia chilena en el segundo siglo de existencia de la república. Un proyecto que sigue al volumen “Teatro dramático nacional”, publicado en 1912, que se conserva hasta hoy.

Juan Antonio Muñoz H. La Comisión Bicentenario tiene aquí una obra importante que mostrar. Siguiendo las trazas de quienes celebraron el primer siglo de la República, impulsores del volumen “Teatro dramático nacional” (1912), con obras de Camilo Henríquez, Carlos Bello, Salvador Sanfuentes, Carlos Walker Martínez y Daniel Caldera, entre otros (libro que puede ser consultado en bibliotecavirtualdelbicentanario.cl ), ahora ya son una realidad los cuatro tomos dedicados al teatro escrito entre 1910 y 2010.Así como el volumen de comienzos del siglo XX cuenta con un interesantísimo prólogo de Nicolás Peña Munizaga, quien se remonta a las primeras representaciones realizadas en suelo chileno, allá por la llegada de Pedro de Valdivia, en el proyecto que ahora nace es la socióloga María de la Luz Hurtado (Universidad Católica) -quien actúa como compiladora y editora académica, junto a Mauricio Barría, de la Universidad de Chile- la encargada de explorar acerca de los conceptos desarrollados en estos últimos cien años.”La dramaturgia y lo teatral por cierto no son antropología, sociología, historia ni psicología social, pero incluyen o alimentan esas dimensiones. Su diferencia es la síntesis poética, la cualidad metafórica o simbólica, la elaboración de lenguajes para capturar, expresar, atisbar lo que está en la realidad, pero que no ha sido aún revelado con esa penetración, justeza o cualidad anticipatoria. Sí, el arte puede confirmar lo conocido y presagiar un tránsito, lo que adviene”, escribe Hurtado.Los especialistas que resolvieron qué títulos serían incluidos en esta antología buscaron piezas que tuvieran una alta calidad en su escritura y propuesta dramática, que fueran atractivas de representar en la actualidad, que fueran estética y temáticamente representativas de su tiempo, y que tuvieran un valor de rescate, de memoria y de valor patrimonial.”Hubo que hilar fino”, relata María de la Luz Hurtado, para escoger entre una y otra obra de un autor determinado. “En ocasiones se leyeron más de seis obras de un autor antes de llegar a acuerdo”.Bachelet y el teatroLa presentación de esta antología está firmada por la ex Presidenta Michelle Bachelet: “Los creadores, con su capacidad de representar en la belleza de su arte las vivencias y sentimientos humanos, también dan forma y expresan el sentimiento de un país. En este sentido, nuestra dramaturgia ha sido particularmente generosa y se ha constituido como una de las manifestaciones culturales con mayor desarrollo en Chile”, señala.Recordando el libro “Teatro dramático nacional”, agrega: “Cien años después, en el año del Bicentenario patrio, el Gobierno de Chile ha querido emular aquella acción de rescate y puesta en valor, para preservar ahora la rica producción dramática del segundo siglo de la República”.
Viaje por las tablasTomo I (1910-1950): “Captura y fusilamiento de Dubois”, anónimo de 1907; “Rucacahuiñ”, de Aurelio Díaz Meza; “Mal hombre”, de René Hurtado; “Entre gallos y medianoche”, de Carlos Cariola; “La viuda de Apablaza”, de Germán Luco Cruchaga; “En la Luna”, de Vicente Huidobro; “Chañarcillo”, de Antonio Acevedo Hernández; Casimiro Vico primer actor”, de Armando Mook, y “La isla de los bucaneros”, de Enrique Bunster.Tomo II (1950-1973): “La pérgola de las flores”, de Isidora Aguirre y Francisco Flores del Campo; “El abanderado”, de Luis Alberto Heiremans; “Los papeleros”, de Isidora Aguirre; “La grieta”, de José Ricardo Morales; “Ayayema”, de María Asunción Requena; “El delantal blanco”, de Sergio Vodanovic; “El Wurlitzer”, de Juan Guzmán Améstica; “Topografía de un desnudo”, de Jorge Díaz; “Tres tristes tigres”, de Alejandro Sieveking; “El evangelio según San Jaime”, de Jaime Silva; “Flores de papel”, de Egon Wolff, y “Tres noches de un sábado”, de Ictus, basada en textos de Carlos Alberto Cornejo, Patricio Contreras y Alfonso Alcalde.Tomo III (1973-1990): “Baño a baño”, creación colectiva con ideas originales de Jorge Vega, Guillermo de la Parra y Jorge Pardo; “El último tren”, de Gustavo Meza; “Lo crudo, lo cocido y lo podrido”, de Marco Antonio de la Parra; “Una pena y un cariño”, de Jaime Vadell y José Manuel Salcedo; “Por sospecha”, de Luis Rivano; “Tres Marías y una Rosa”, de David Benavente; “Hechos consumados”, de Juan Radrigán; “Cinema Utoppia”, de Ramón Griffero; “Lo que está en el aire”, de Carlos Cerda e Ictus, y “La negra Ester”, de Roberto Parra, en adaptación para el teatro de Andrés Pérez.Tomo IV (1990-2009): “El coordinador”, de Benjamín Galemiri; “Malacrianza (restos de familia)”, de Cristián Figueroa; “Santiago High Tech”, de Cristián Soto; “Lulú”, de Ana Harcha Cortés; “HOMBREconpieSOBREunaespaldadeNIÑO”, de Juan Claudio Burgos; “Rey planta”, de Manuela Infante; “HP (Hans Pozo)”, de Luis Barrales; “Neva”, de Guillermo Calderón, y “Norte”, de Alejandro Moreno.