En el mundo menos maniqueo posterior a la guerra fría, cada país busca sus propias formas de democracia e indaga su identidad en medio de la diversidad.

CARLOS FUENTES 28/11/2009
Especial Bicentenario
Babelia El País

Ha habido foros de estadistas y políticos. Ha habido foros de empresarios. Ha habido foros de estadistas y empresarios. Pero por vez primera, el Foro Iberoamérica reúne a políticos, empresarios y personalidades de la cultura: escritores, filósofos, científicos, académicos.

Quiero subrayar muy particularmente, el aporte que a nuestro Foro hacen rectores universitarios, catedráticos, historiadores, pensadores. Es norma de este Foro que cada participante se expresa libremente. Escucha y se deja escuchar. Cada uno regresa a su país y a su tarea enriquecido por un diálogo en el que todos tienen la palabra pero nadie tiene la única palabra.

Intentamos, en el Foro, ejercer el diálogo como la mejor manera de conocernos a nosotros mismos y a los demás. Diálogo como forma de respeto a la opinión propia porque prestamos atención a la opinión ajena. Felipe González, miembro fundador de nuestro grupo, ha dicho que el Foro Iberoamérica es discreto, pero no es secreto. Cada cual se expresa aquí con plena libertad y sin publicidad. Pero cada cual sabe si al terminar el Foro publica un artículo o da una entrevista. Pero La norma, repito, es la discreción, no el secreto. Esta décima reunión del Foro en Buenos Aires tiene lugar en un escenario internacional cambiante. Dejamos atrás la bipolaridad de la guerra fría. Dejamos atrás una pasajera unipolaridad.

Entramos a una era multipolar o mejor dicho, multilateral. Un coro con las voces de los Estados Unidos de América, Europa, el Mundo Árabe, el África subsahariana, Rusia, China, Japón, la India, el Sureste Asiático. Y la América Latina. ¿Cuál es nuestra posición en este coro? ¿Somos locomotora, vagón de pasajeros o furgón de cola? Desde el siglo XIX, hemos buscado afanosamente una identidad. De los libertadores -Bolívar, San Martín, Morelos-. A los estadistas -Sarmiento, Juárez, Portales-. A los educadores -Bello, Lastarria, José de Alencar-.

Y a partir de la moderna re-fundación de la cultura por Rubén Darío y José Martí pasando por Pablo Neruda y Ezequiel Martínez Estrada hemos buscado la identidad. La buscamos y la obtuvimos. Hoy, tenemos la sensación de una identidad adquirida. El mexicano se sabe mexicano. El brasileño se sabe brasileño. El argentino se sabe argentino. Ahora, tenemos una tarea más ardua: Pasar de la identidad adquirida. A la diversidad por adquirir. Diversidad política-moral-personal-sexual-ideológica. Ser lo que somos gracias a las diferencias que nos distinguen. La política de la diferencia es la base del actual desarrollo democrático en la América Latina.

La guerra fría nos obligaba a optar por una de las dos partes opuestas. Muchas dictaduras fueron consentidas por una o ambas partes como aliados -extraños compañeros de cama-. Hoy, hemos ganado la democracia. En un mundo menos maniqueo, cada país nuestro busca sus propias formas de democracia. Libertad de expresión. Elecciones confiables. Ejecutivos acotados. Legislaturas pluripartidistas. Judicaturas independientes. Sindicatos libres. Culturas abarcadoras tanto del pasado creativo de nuestras naciones, como de su actualidad problemática, como de su acceso a las técnicas del porvenir. En suma, sociedades civiles: conjunto de relaciones entre ciudadanos. Aceptación de derechos y obligaciones.

Reconocimiento de fines comunes. Hemos avanzado enormemente. Pero no nos congratulemos del todo: cerca del 40% de los latinoamericanos aún viven -o sobreviven- en diversos estados de pobreza. Hay niños sin escuela. Hay hombres sin trabajo. Hay mujeres sin derechos. Hay ancianos sin techo. Hay enfermos sin hospital. Y hay una vasta población marginada. Hay un creciente lumpen-proletariado urbano. Hay zonas de olvido desesperado.

El déficit social pone en grave peligro la vida democrática, porque crea la tentación autoritaria. El espejismo, la ilusión es que si la democracia no puede, quizás la autocracia sí pueda. Sabemos que no es así: las dictaduras no resuelven problemas. Sólo los ocultan. Sólo los aplazan. Sólo los agravan. El Foro Iberoamérica es un intento, modesto pero serio, de abrir caminos para proteger lo que hemos ganado y proponer soluciones para lo que nos falta por hacer.

Carlos Fuentes (Panamá, 1928), fundador y copresidente, con Ricardo Lagos, del Foro Iberoamérica, pronunció la conferencia inaugural de la reunión celebrada la semana pasada en Buenos Aires. El escritor publicará el próximo mes de abril en España Adán en Edén en Alfaguara