Precolombino

Los atractivos y defectos de los ensayos de divulgación histórica se dan cita en este libro que ofrece una desigual panorámica de América antes de Colón.

CARLOS MARTÍNEZ SHAW
BABELIA
El Pais

El mundo precolombino suscita una indudable fascinación entre el público cultivado. Por ello no resulta extraña la proliferación de libros sobre esos universos apasionantes no sólo por lo que sabemos de su historia y lo que podemos admirar de sus obras literarias, figurativas o arquitectónicas (algunas de las cuales, desde las pirámides de Teotihuacán hasta las ruinas de Machu Picchu, son iconos tan difundidos como el Partenón o el Coliseo), sino también porque nuestros conocimientos se hallan en constante expansión al calor de incesantes hallazgos arqueológicos, ya sean los primitivos fogones de arcilla de Monte Verde, ya sean los imponentes ajuares del señor de Sipán.

De ahí este nuevo texto divulgativo sobre la América anterior a la llegada de Colón. Un texto que posee algunas virtudes pero que al final resulta insatisfactorio, en buena parte debido a las enojosas (y a veces insufribles) estrategias narrativas que suelen caracterizar a la vulgarización estadounidense.

Entre los méritos de la obra hay que anotar en primer lugar el esfuerzo de actualización llevado a cabo por el autor, que ha reunido una ingente cantidad de literatura científica reciente para poner a disposición del lector los últimos datos y las últimas interpretaciones adelantadas por los especialistas, aunque a veces prefiera utilizar los datos más tradicionales (como los de Cook y Borah para la población amerindia frente a las revisiones de Denevan de 1992, que sin duda conoce).

En segundo lugar, la encomiable voluntad de obtener testimonios de primera mano, ya sea interrogando personalmente a los estudiosos ya sea acercándose a los yacimientos arqueológicos para tener una visión directa de los trabajos y los descubrimientos. Por último, el autor ha puesto su experiencia como corresponsal de la revista Science al servicio de la explicación de los complicados datos de la geografía o la tecnología que jalonan el texto.

Por el contrario, en el otro platillo de la balanza hay que colocar una numerosa serie de contrapartidas. En primer lugar, el título hace concebir la falsa esperanza de una panorámica completa de los pueblos que habitaban el continente americano a la llegada de Colón, cuando en realidad el relato, lejos de pretender una visión sistemática, unas veces se entretiene morosamente en la discusión de los remotos orígenes de las poblaciones indígenas y otras se adentra en el análisis de la conquista de México o Perú. Y lo mismo ocurre con el subtítulo, que parece sugerir la exposición de un nuevo paradigma interpretativo alejado de las demás historias de la América precolombina, cuando finalmente no hay más que una presentación de algunas de las últimas investigaciones ya recogidas por otros libros, como puede comprobarse simplemente leyendo el primer volumen del excelente manual de Historia general de América Latina, de la Unesco, publicado en España por la editorial Trotta.

Con todo, lo peor es el modo de articular la narración. La obsesión por introducir el “factor humano” en las obras de divulgación lleva, por un lado, a la inclusión de comentarios perfectamente banales elevados a la categoría de declaraciones solemnes, como ésta entre otras muchas: “Está claro que los indios trataban de controlar sus propios destinos, afirmó Salisbury (historiador de Smith College, se nos aclara)”. Y, por otro, la atención se desvía con frecuencia desde los hechos que nos interesan a las circunstancias anodinas del viaje, con la irrupción de los hijos o los amigos del autor o la descripción del menú del único restaurante abierto de Chetumal (“pulpo con picadillo de hígado de buey”). La combinación de ambos vicios lleva a la transcripción de esta sugestiva conversación con el director de la Oficina de Etnología Americana de la Smithsonian: “Las garrapatas no son tan malas ¿verdad? -le pregunté (…)”. “No me contestó con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando se hartan, se desprenden y caen como uvas y no hacen mal alguno”.

En fin, sorprende este título en una colección que cuenta en su catálogo reciente con obras tan valiosas como Historias de las dos Españas, de Santos Juliá, o España y la independencia de los Estados Unidos, de Thomas Chávez.