REPORTAJE

Las bandas latinas buscan la paz

La asamblea suprema de los Latin Kings respaldó el sábado el proceso de legalización que los convertirá en una asociación

FERRAN SALES – Barcelona
EL PAÍS – 06-03-2006

Las dos grandes bandas latinas más importantes -Latin Kings y Ñetas- han iniciado en Cataluña un proceso de pacificación que pasa por la legalización e incluye su reconciliación. El Ayuntamiento de Barcelona, junto con otras instituciones cívicas y académicas, impulsa y tutela este debate, que discurre de manera discreta y democrática en el seno de las pandillas. Los expertos en cuestiones de seguridad y juventud calculan que la operación, que afecta a unos 1.000 inmigrantes latinoamericanos de edades comprendidas entre 14 y 25 años, podría culminar antes del verano. Los cuarteles generales de estas cuadrillas, en Ecuador, Puerto Rico e incluso Estados Unidos, observan con atención la experiencia catalana.

El proceso de legalización fue ratificado de manera unánime el sábado pasado por la tarde por la asamblea suprema que los Latin Kings -en su terminología, bautizada con el nombre de Universal- celebraron en la semiclandestinidad en Barcelona, a la que asistieron más de 200 delegados de los diferentes capítulos de la ciudad y de su cinturón industrial. A la reunión asistieron además un reducido grupo de invitados, así como representantes de varios colectivos de los Latin Kings de media docena de ciudades de España.

“Este proceso de legalización se inició hace poco menos de un año, cuando tres representantes de los Latin Kings tomaron contacto oficial con el Ayuntamiento de Barcelona. Aquélla fue una reunión difícil y complicada, que dio paso a otras entrevistas, durante las cuales todos pusimos las cartas sobre la mesa; ellos su deseo de ser ‘reconocidos’, nosotros la necesidad de que respetaran las reglas básicas de la convivencia, sobre todo la democracia, el fin de la violencia y la supresión de supuestos ritos de iniciación”, asegura Josep Maria Lahosa, de 53 años, director de los Servicios de Prevención del Ayuntamiento de Barcelona, un observatorio y célula de reflexión para cuestiones de seguridad creado en la década de los años ochenta en el seno del consistorio.

Los Latin Kings, una de las organizaciones juveniles con mayor implantación internacional en Estados Unidos y Ecuador, creada como una hermandad de apoyo a los muchachos latinos, apareció en Barcelona y en su cinturón industrial, en diciembre de 2002. Al principio, sus huellas eran difusas: algunos enfrentamientos aislados en la puerta de una escuela y ciertas pintadas en las callejuelas de Ciutat Vella. Hijos de inmigrantes ecuatorianos, llegados recientemente a la ciudad gracias a los procedimientos de reagrupación familiar, estaban implantando la organización siguiendo la estructura de clanes similares asentados en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil y en los suburbios de Chicago y Nueva York.

Los Servicios de Prevención del Ayuntamiento de Barcelona recabaron los servicios de Carles Feixa, de 44 años, un antropólogo, profesor de la Universidad de Lleida, responsable de la Asociación Internacional de Sociología, especialista de movimientos juveniles, que ha publicado diversos estudios -De jóvenes, bandas y tribus en 1998, Pachucos, malandros y punketas en 2002-, para que estudiara los Latin Kings por dentro e investigara su implantación en la ciudad. Este profesor, gracias a una acreditación del capítulo de los Latin Kings de Nueva York, pudo introducirse en la organización, ganarse su confianza y llevarlos al fin al Ayuntamiento.

“Los Latin Kings no son una plataforma delictiva. Es una organización de ayuda y solidaridad de los jóvenes inmigrantes latinoamericanos a pesar de que algunos sectores policiales, especialmente de Madrid, insistan en asegurar lo contrario. Es cierto que su nombre se ha visto implicado en algunos trágicos acontecimientos, pero son incidentes concretos, que no debieran suponer la criminalización de la banda. Claro está que estoy hablando de Barcelona, en Madrid la situación es otra”, asegura Carles Feixa, uno de los promotores del proceso de tutela y reconducción de las bandas latinas en Cataluña.

Un equipo de juristas y académicos de la Universidad de Barcelona y de organizaciones de defensa de los derechos humanos han empezado a redactar los estatutos de los Latin Kings. El proceso es simple; los técnicos redactan uno a uno los artículos, que los líderes de la organización tratan de adaptar a su Biblia. Al final, la asamblea de los Latin Kings en Barcelona deberá votar el documento.

La redacción de los estatutos ha entrado ya en la recta final, aseguran los responsables del equipo jurídico. Han sido acordados y aprobados una treintena de artículos, algunos especialmente delicados y complicados como el que hace referencia a las cuotas, al derecho de salir de la organización, que supone el fin de un antiguo principio autoritario por el que “el latin king será siempre un latin king salvo si abraza el sacerdocio o se hace monja”. Quedan aún sin embargo sobre la mesa algunos asuntos polémicos, entre ellos el del nombre de su organización; mientras que los latinos proponen el de Organización Cultural de la Sagrada Tribu de Atahualpa de Cataluña, los asesores proponen lisa y llanamente Organització Cultural dels Llatins a Catalunya, en una maniobra destinada, entre otras cosas, a enraizarlos en la sociedad catalana y además conseguir más fácilmente subvenciones de los organismos autonómicos.

La rama de los Latin Kings en España, implantada especialmente en Barcelona y Madrid, mantiene estrechos contactos con las organizaciones en el país de origen; Estados Unidos y Ecuador, hasta el punto de que cualquier incidente provocado por las bandas latinas en las calles españolas tiene inmediatas repercusiones en Guayaquil y Quito. El mimetismo es tan estrecho que el rumor del asesinato de un rey King en Madrid origina la amenaza de desórdenes en las principales ciudades de Ecuador y obliga al Gobierno a cerrar por unos días las escuelas por temor a disturbios.

En el otro lado del océano se observa y se sigue día a día el proceso catalán. La ciudad italiana de Génova, donde se encuentran también fuertemente implantadas las bandas latinas, ha empezado a ensayar la fórmula Barcelona. Pero todos los esfuerzos se centran en exportar la experiencia a Madrid, donde la dinámica de las bandas latinas y la actitud del Ayuntamiento están originando conflictos permanentes. Los líderes catalanes de los Latin Kings se han trasladado en varias ocasiones a la capital para tratar de convencer a sus hermanos de que se impliquen también en un proceso de pacificación. Responsables municipales de Barcelona tratan también de convencer a los del Ayuntamiento de Madrid para que tengan en cuenta la experiencia catalana.

Los dirigentes de la rama catalana de los Ñetas, la otra banda latina hegemónica, originaria de Puerto Rico, han pedido también recientemente la tutela del Ayuntamiento para iniciar un proceso de pacificación idéntico al de la pandilla rival. La redacción de los estatutos avanza en esta organización con dificultades, ya que los acuerdos se adoptan por unanimidad.

“¡Amor de rey!”

“¡Amor de rey!”, repite esa tarde sin cesar King Sleeper (‘el más dormilón’) como el resto de sus compañeros de asamblea. El chico se llama Ariel, tiene 19 años y es oriundo de Quito, de donde llegó hace poco menos de cinco años. Es el responsable del capítulo de los Latin Kings de una localidad del cinturón industrial de Barcelona, en el que participan además cerca de medio centenar de latinoamericanos.

“Llegué a los Latin Kings por pura casualidad, hace poco menos de un año, y fui investido king
al cabo de un mes”, asegura el muchacho, al tiempo que afirma que la pertenencia a la organización le ha cambiado la vida, le ha permitido recobrar el sentido de la solidaridad y abandonar el camino y los hábitos que le llevaron tiempo atrás en dos ocasiones a la cárcel, donde cumplió 10 meses de prisión.

Ariel, alias King Sleeper, se gana la vida como mozo de un almacén; así ayuda a su madre, que trabaja en la cadena de montaje de una empresa farmacéutica. Son los únicos salarios que entran en esa media familia, compuesta por cuatro hermanos. El resto de los suyos, con el padre a la cabeza, viven aún en Ecuador.

“Quizá un día pueda reanudar los estudios, que abandoné cuando entré en la cárcel, y pueda así acabar convirtiéndome en policía, que es mi sueño dorado”, concluye Ariel, mientras desde el fondo de la sala sigue paso a paso las incidencias de una asamblea que durará cerca de siete horas.