Y de postre, exotismo

* Los inmigrantes y los ´chefs´ disparan el consumo de frutas tropicales, que se dobla anualmente España importa ya 105 variedades de frutos y tubérculos distintos

Antonio Baquero
Publicado en: Diario de Córdoba
27/09/2005

Pitahayas, tamarillos, rambutanes, mameis, kiwanos, carambolas, mangostanes, malangas, lulos… Todas estas frutas exóticas son unas perfectas desconocidas para la mayoría de la población. No obstante, su venta en España se ha disparado en los últimos dos años y su consumo se dobla anualmente.

Este crecimiento vertiginoso de los productos tropicales obedece a una combinación de factores. Así una tendencia de los chefs a emplear de forma más habitual ese tipo de producto ha coincidido con la llegada en los últimos años de miles de inmigrantes originarios de Africa, Suramérica y Asia, que han traído sus tradiciones culinarias. Así, los ecuatorianos han puesto de moda el tamarillo, mientras que los colombianos consumen habitualmente el maracuyá.

Aumento del 100%

España importa ya 105 tipos de frutas y tubérculos distintos, la mayoría de los cuales provienen de Colombia, Ecuador, Kenia y Zimbawe, aunque también llegan muchos de Wietnam, Tailandia y Suráfrica. El mango fue la fruta que cosechó mayor éxito, con 7.996 toneladas distribuidas, seguida del aguacate, con 7.577. Frutas menos conocidas como la pitahaya o los lichis alcanzaron las 109 y las 610 toneladas, respectivamente.

“Nosotros ya tenemos una demanda regular de productos tropicales durante todo el año”, asegura Carles Martí, director de importaciones de la empresa Fruits CMR, una de las tres grandes mayoristas existentes en España especializadas en este tipo de productos. Esta compañía trae fruta y verdura de 44 países y recibe 12 vuelos semanales.

Martí afirma que el consumo de las frutas más exóticas se dispara en Navidad y recuerda cómo algunas han tenido sus momentos de gloria. “Cuando el papa Juan Pablo II anunció que consumía papaya para frenar el Parkinson, las ventas de esta fruta se dispararon”, comenta

Como sus frutas, los clientes de la frutería Vidal Pons vienen de todas partes. “Los inmigrantes nos compran mucha fruta, aunque también le gusta mucho a los turistas”, explica Neus, la propietaria de la parada que, como un cuadro impresionista de vivos colores, ilumina la entrada del mercado de la Boqueria. Cati Layrón, una dependienta, explica que “la venta de estas frutas ha explotado desde hace dos años”.

Para muchos inmigrantes, comer aquí una fruta originaria de su país tiene un componente especial. “Es un sabor tan familiar, tan tuyo, que cuando comes una de esas frutas te sientes cerca de tu tierra”, dice Ysbelia López, una venezolana que está feliz de poder comer en Barcelona una parchita, como en su país se llama la fruta de la pasión. El hecho de que cada vez tengan más productos de sus países en los mercados hace que, según un estudio del Ministerio de Agricultura, sólo el 11% de los inmigrantes haya dejado de tomar frutas de su país de origen.