El tiempo de Ramon Vinyes ha llegado

Autor teatral y colaborador en prensa, tras su exilio se convirtió en mentor de García Márquez. Un libro recopila 44 textos publicados en el semanario ´Meridià´ en 1938 y 1939, testimonio de su labor intelectual.

JORDI GALVES – 28/09/2005
La Vangaurdia

El tiempo de la guerra -como el del amor- se precipita con tanto brío que consigue arrastrar todas las expresiones de la vida, multiplicando sensaciones y miedos, desplazando oleadas de reflexiones, desangrando innumerables certezas, acuchillando la fe del hombre en sí mismo. Por un lado es, paradójicamente, el tiempo conclusivo de las verdades postreras, resolutivo, sin refugio para dudas ni renuncias; y por el otro, el momento verdadero en que las doctrinas se tambalean y se desmoronan levantando grandes polvaredas, cuando todas las contradicciones explotan, cuando se comprende con alarma que toda resistencia necesita del sabotaje, e incluso toda épica del asesinato. Fue en ese ambiente duro e intenso cuando se escribieron estos 44 textos admirables, rescatados hoy por Jordi Lladó. Quizás pueda sorprender que mientras todo un mundo periclitaba bajo el imperio del más fuerte, en 1938 y 1939 la revista Meridià publicara algunas de las mejores páginas culturales de la historia de la prensa catalana. Una lección de literatura como método de aproximación a la realidad, como vocación por el ingenio y la creatividad, como ejercicio de civilización en medio del horror y la muerte. Quienes conozcan la firma no se sorprenderán. Ramon Vinyes (1882-1952) ha dejado de ser sólo el famoso maestro de Gabriel García Márquez para convertirse en uno de los grandes nombres de nuestra cultura. Y sin duda es el mayor de nuestros escritores recuperados.

El tiempo de la literatura es también el de la guerra porque los libros enseñan a pensar, a salir de uno mismo, a intentar doblegar la fatalidad. Por eso Vinyes nos habla tanto de Guimerà como de Shelley, de Hölderlin o Pearl S. Buck, de Defoe o Swift frente a la propaganda burda y simplista de uno y otro bando. Así, vindica al Hemingway que a todos nos gusta frente al frívolamente politizado; o apuesta por los autores jóvenes e invita a reconocer la literatura como método de responsabilidad moral, de aproximación sensata a las cosas, de fidelidad a los valores de la civilización que reaccionarios y revolucionarios están poniendo en peligro: “Uns bons temps.

Temps que ha de crear ritmes nous, ritmes per a dir un esforç i no una somnolència; ritmes d´home en verticalitat…”

El tiempo fortalece a Vinyes y acrecienta su prestigio, dentro y fuera de Catalunya. Aunque fue muy respetado en el selecto ámbito del teatro catalán no fue hasta la publicación de Cien años de soledad que su nombre empezó a despertar interés e incluso fascinación en muy diversos públicos: “Sus ojos azules, vivos y estrechos, revelaban la mansedumbre del hombre que ha leído todos los libros”; ¿quién era aquel sabio catalán que merecía un tan elogioso retrato hacia el final de la novela? ¿Quién era para que García Márquez celebrara su memoria como si fuera la de un padre en algunos de sus artículos? Los aplausos no se hacen oír con fuerza hasta que el erudito francés Jacques Gilard reeditó en Bruguera el libro de cuentos A la boca dels núvols en 1984 y cuando, al año siguiente, recuperó Entre sambes i bananes, un libro de relatos completamente nuevo y desconocido hasta entonces. En el 2000, el profesor Jaume Huch los reunió junto a un importante estudio en un solo volumen (Tots els contes, Columna) y, en cierto modo, en el 2002, se cerraba el círculo con la publicación de las memorias de García Márquez, Vivir para contarla. El retrato de Vinyes “consagrado por la Enciclopedia Espasa desde 1924” se fortalecía y se perfilaba con nuevos aspectos: “Contaba muy poco de su vida y mucho de una España que seguiría considerando como tierra enemiga mientras viviera Franco y mantuviera el imperio español sobre Cataluña”.

Con todo, lo mejor de Vinyes aún está por descubrir. Son sus trabajos críticos, sus escolios, sus comentarios de lectura; el testimonio escrito de una vida dedicada entera y prioritariamente a la comprensión literaria, minuciosamente consignada durante años “con garra-páticas moradas, en catalán” sobre los famosos cuadernos del sabio catalán, que existen realmente y que fueron conservados por su hermano Josep Vinyes en Barcelona durante muchos años. Esperamos su publicación, será un libro apasionante. Su método fue asombrosamente simple y eficaz, coherente, singular frente a las inercias y perezas habituales que prefieren materiales de segunda mano, generalizaciones y simplificaciones. Como en una ficción de Jorge Luis Borges, Vinyes se propuso leer, comprender por sí mismo y sin más intermediarios que los imprescindibles, directamente, todos los libros, todos los principales libros. El testimonio de García Márquez no ofrece lugar a dudas. Vinyes merece el apelativo de “hombre que había leído todos los libros”, todo lo esencial, todo lo que sirve para vivir: “Trataba a los clásicos con una familiaridad casera, como si todos hubieran sido sus compañeros de cuarto”.

El tiempo de Ramon Vinyes ha llegado. Sus textos en Meridià, más de 65 años después, están plenamente confirmados al comprobar que sus planteamientos y propuestas son los de buena parte de la mejor narrativa catalana, de Monzó a Sala pasando por Pàmies, Moliner, Fonalleras o Puntí. O cuando comprobamos que la historia de su evolución intelectual como escritor va aparejada a su distanciamiento intelectual de Carles Riba y Carles Soldevila, de la crítica inmovilista de los mandarines que desprecia a los arraconats. Vinyes se rebela de manera contundente con su acometivitat habitual y denuncia sin pestañear. La sentencia se revela como si hubiera estado escrita hoy: “I els premis van als del grup. I les subvencions van als del grup, i revistes del grup, amb els diners de les subvencions oficials…”